- Al hospital -dijo señalando con la cabeza hacia el frente, abrochándose el cinturón.
El conductor asintió y arrancó, rumbo a donde John le había dicho.
Iría a ver a Rachel de nuevo. Aunque se podía haber quedado anoche, pero ella no quiso. Que tozuda era.
Se bajó delante de las puertas y pagó al taxista, entrando y acercándose a recepción.
- ¿Qué desea? -levantó la mirada la mujer que había allí sentada.
- ¿Cómo se encuentra la señorita Evans? -preguntó, apoyándose en la barra con desdén.
La mujer echó un vistazo a su ordenador y esbozó una sonrisa.
- Está mejor -dijo-, ¿quiere pasar a verla?
- Claro, ¿podría ahora? -John también sonrió.
- Humm.. creo que hay alguien dentro, déjeme ir a ver -respondió y se levantó.
Asintió.
Vio salir a Carrie y a Sam de la habitación de Rachel y se acercó con las manos metidas en los bolsillos.
- ¿Cómo está? -preguntó el rubio.
La pelirroja y su pareja lo miraron.
- Bien -dijo ella y sonrió-, mejor.
John suspiró aliviado. ¿Qué hubiera hecho si hubiera sido algo peor? No se lo perdonaría.
- Fue culpa mía.. -se pasó la mano buena por la cara y Carrie se la agarró.
- No digas eso, a cualquiera puede pasarle -le animó y volvió a sonreír-, da gracias a que está bien y no peor.
Asintió y cerró los ojos por un momento.
La mujer salió de la habitación y se acercó a él.
- Ya puede pasar a verla, tiene ganas de verle -dijo y John no puedo evitar esquivar a todos los que allí estaban e ir a la habitación.
Les escuchó reír a los tres.
Dio dos toques en la puerta.
- Sé que eres tú, John -la oyó y sonrió. Bajó el manillar y cerró tras haber entrado- ¿Cómo has estado?
- Bien -mintió. Había estado preocupado- ¿y tú? -caminó hacia ella y se sentó en la silla que había al lado de la camilla.
- Igual -dijo, apoyando la cabeza en la almohada ladeadamente y mirándole- ¿No has ido a trabajar?
- Me he cogido el día libre -respondió y sonrió de medio lado.
Rachel también sonrió.
- Estás diferente -objetó-, se me hace raro verte con vaqueros.
John rió.
- ¿Y.. eso es bueno? -dijo.
- No te quedan mal -le halagó y movió la mano hacia él, el ojiazul se la cogió dejándole un beso en el dorso. Rachel no pudo evitar sonrojarse.
- ¿Hoy sí puedo quedarme, verdad? -preguntó.
- Sólo hasta las siete.
- Racheeeeeel..
- Ya te dije ayer, John. No quiero que te quedes.
- ¿Pero por qué? ¿Hay alguna razón que deba saber?
- No me gusta que se preocupen por mí -dijo ella, acariciándole los dedos.
- Pero, pero..
- De peros nada.
John rió.
- Está bien, pero si necesitas algo ya sabes -respondió acercando la silla a la camilla.
- Gracias -contestó, cerrando los ojos.
- De nada, rubita -le dijo en tono cariñoso y ella abrió los ojos de golpe, mirándole.
- ¿Cómo me has llamado? -levantó una de sus cejas, él rió.
- Rubita -respondió, sacándole la lengua.
- Aquí el rubio eres tú -le dio en el pecho con el dedo y también rió.
- Pero tú tienes mechas, y cuando te recoges el pelo pareces rubia -se defendió entre risas.
- Pero soy más morena que rubia -se quejó y volvió a reír, acomodándose de nuevo en la camilla.
- Cierto, pero sigues siendo rubia.
Rachel negó con la cabeza y sonrió.
- De nada, rubita -le dijo en tono cariñoso y ella abrió los ojos de golpe, mirándole.
- ¿Cómo me has llamado? -levantó una de sus cejas, él rió.
- Rubita -respondió, sacándole la lengua.
- Aquí el rubio eres tú -le dio en el pecho con el dedo y también rió.
- Pero tú tienes mechas, y cuando te recoges el pelo pareces rubia -se defendió entre risas.
- Pero soy más morena que rubia -se quejó y volvió a reír, acomodándose de nuevo en la camilla.
- Cierto, pero sigues siendo rubia.
Rachel negó con la cabeza y sonrió.